martes, 3 de mayo de 2011

So get the fuck out.

Apreciemos este oportuno momento, mi querida, que estamos solos, juntos los dos, para odiarnos a nuestras anchas.
Ahorrate la exclamación, la incredulidad, y el hacer de cuenta que los sentimientos que de vos supongo son erróneos e imposibles.
¡El odio es mutuo! ¿No te habías dado cuenta?
Ahora podés dejar de sentirte culpable, porque yo aborrezco tu existencia tanto como vos la mía.
¿No es admirable? Nos sentamos, nos besamos empalagosamente y nos abrazamos como hermanos,
y nos odiamos, sin embargo, de la forma más hipócrita posible.
Ay, mi pimpollo ennegrecido, no finjas ahora, y odiame de veras. Deseá verme muerto como yo deseo a cada instante estrellarte contra un vitral. Odiame con desenfreno, sin piedad y libremente.
Odiame con la pureza de un amor inocente.

Dorian

2 comentarios:

  1. En cada "aceptación" de los defectos del otro (que siempre es falsa) hay un apretón de dientes y de puños. En cada "mecallotuidiotez" hay unas ganas de reírse en la cara del otro. Una relación es una batalla de egos, un "yo tengo la razón más y mejor que vos", acaso un "yo te domino".
    Y sinceramente me importa unius assis el hecho de que pienses tal o cual cosa de mi, pedazo de imbécil.
    Ah... catarsis. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Por cierto: la ironía es la mejor arma para reírse del otro a escondidas en su cara.

    ResponderEliminar