jueves, 21 de abril de 2011

Lechuga.

La vida misma me aprieta como un zapato chico. Y vos a veces también, querida mía.
El suelo mismo me parece a veces una limitación. Y tus abrazos me encadenan.
En mis afueras cotidianos la agorafobia me toma prisionero. Y en tu cama la claustrofobia. Un encierro voluntario, puede ser? Qué miedo nos ata?
Es un tópico recurrente en mis pensamientos - hace poco noté - el odio ciego al Universo mismo. Desistí de llamarlo misantropía cuando advertí que se extendía más allá de la  desagradable y estúpida raza mal llamada superior. El tedio y la sofocación que la vida me enferma hasta el espíritu. Me pudre las vísceras y me hace sentir como si las escupiera una a una. Y odio. Odio tanto a todo. No quiero decir que la expansión de mi aversión al mundo sea por vos. Bajo ningún concepto.
O quizás si. ¿No te parece? Me repugna tu dependencia. Me asquea tu amor. Y  te odio tanto como al resto de la humanidad. Odiaría también a los futuros frutos de tu ser, y a toda obra, todo esbozo de algo surgido de vos. Bueno, ya está, lo dije. ¿Y qué? ¿Cambia algo? ¿Es que me siento mejor?
Siento que me caigo a pedazos en un chiquero hediondo, donde los cerdos son más limpios que yo. Siento que corro incansablemente y cada vez el horizonte se me aleja más. Y de golpe se ciñen sobre mi cuatro paredes con púas que luego toman forma de brazos estilizados.
Agorafobia. Claustrofobia. Agorafobia. Claustrofobia. Todo el tiempo, regenerándose, nutriéndose entre sí.
Espacios abiertos, gente, gente, gente. Ruido. Hablan. Bostezan. Escupen. Asco, asco, asco. Bailan y ríen y gritan y lloran. Se chocan, se miran con pedantería y se esconden a llorar en un rincón. Uno me roza con la punta del saco y no resisto las ganas de partirle el cráneo contra la pared, de lanzarlo afuera por la ventana del colectivo. A él y a todos los demás.
Espacio cerrado. Una cama, un sillón. La mesa. Vos. Me abrazás, te abrazo. La cocina, la silla con la pata rota. La olla con guiso. Lechuga. Te das vuelta a mirarme melosamente. Sonreís. Hermosa.
Te odio.
Los odio. Muéranse todos.

Dorian Hyde.

1 comentario: