lunes, 17 de enero de 2011

Re menor

Es lento el proceso de un metal que se oxida. Desde verse brillante, soberbio y perfecto a ser un trozo opaco de algo que mancha y molesta, incluso a la vista, hay un lento proceso de degradación, de descomposición, de corrupción.
Y he ahí la palabra que buscaba. Corrupción. ¿Cuál es el proceso equivalente en las personas? ¿Cuándo una persona se corrompe? ¿Cuándo un ser se oxida?
En mi caso soy el óxido que habla. Soy la corrupción de lo que una vez fue persona. Sigiloso, pudriendo y ennegreciendo las vísceras me fui haciendo uno con el cuerpo, lo fui llenando de humo, fui reemplazando el aroma a violetas por olor a Whisky.
Sin embargo no hubo una gran resistencia por parte del cuerpo, excepto por una pequeña, nostálgica y estúpida porción que a veces resurge. Puede que sea el lado cuasi humano que aún batalla, o puede que sea una escoria deforme del cuerpo corrupto. No sé, no me importa, porque ella no cuenta. Porque en este cuerpo oxidado quien rige soy yo.
Soy el narciso que nunca se marchita, soy un alma podrida en un envase de mármol, soy el cadáver exquisito, soy el que decide, el que manda.

Dorian

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