jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta a Eurípides

Que no haya más dolor. Ese es mi deseo para este año nuevo. Basta de mentiras, basta de idas y vueltas, basta de todo.  Ahora soy yo la que necesita olvidar. 
Olvidar lo hermosa que es tu sonrisa, por supuesto; lo suave de tu piel, y su tacto contra la mía.
Necesito olvidar cómo se siente despertarse abrazada a vos, el olor de tu pelo, tus brazos cuidándome. Necesito olvidar todo eso para acostumbrarme a dormir sola. Ahora sí necesito acordarme de lo malo y odiarte, y olvidarme de cómo era hacer el amor con vos, y olvidarme de los mates a la mañana (café con leche en invierno), olvidarme que me cocinabas, que nos bañábamos juntos, que la cama siempre quedaba chica, que la fila del supermercado siempre era larga y que discutíamos por cosas sin importancia para reírnos después (¿Por qué  no podemos ahora reírnos de todo e ir a dormir juntos como siempre?).

No es el problema acordarme lo que es estar sola, sino tener que aprender, de cero, a estar sin vos recordando todo lo que vivimos, sabiendo lo que significa tenerte. 
¿Puedo inventar un motivo atroz? ¿Puedo imitarte y atribuirte una traición fatal imaginada y así odiarte con todo el corazón? ¿Me ayudará eso a soportar despertarme y ver tus manos contorneadas con fibrón indeleble en mi pared? ¿Me ayudará a olvidarme del tono de tu voz? ¿Y del sonido de tu risa?
¿Puedo escribirme una historia ficticia sobre los peores dos años vividos por alguien, atribuírnoslos y así no romper en llanto ante los recuerdos (¿Cómo se te ocurre que voy a borrar las fotos?)?

Desafinaste mi guitarra la última vez que la usaste. No me enojo por eso, sino porque anoche me di cuenta y me acordé de vos sentado obstinadamente jurando algún día sacar por completo esa canción. Y me acordé de vos. Eso nada más.
Me acordé de vos y me reí de tus malabares con naranjas. Y después me puse a llorar. La vida nunca nos quiso juntos y sin embargo nos burlamos de todo y nos amamos con desenfreno, y ahora somos nosotros mismos, con orgullo y vanidad, que nos ponemos fin, de la peor manera.
¡Y ahora me tengo que olvidar de todo! La primera vez que amo de verdad y me tengo que olvidar incluso de que el Whisky que me sirve de anestesia viene de vos.

Perfecto, me olvido de todo, por eso escribo esto. Pero antes de decirte chau por última vez quiero aclarar un par de cosas:
Esta es la respuesta a todo lo que no respodí, incluso el teléfono. Lo preferí así porque no valía la pena explicar nada para recomenzar una etapa cíclica eterna y sin desenlace. Nos estamos enfermando mutuamente y no sirve de nada.
Segundo:  no te cambié por nadie y tampoco lo hubiera hecho. Me creas o no me es indiferente. Todo lo que te dije siempre fue verdad  y con saberlo yo me alcanza. 
Tercero y último. No me importa lo que pienses u opines, si alguien, quien sea, me pregunta si todavía te amo, con toda la naturalidad del mundo le voy a contestar que sí. 
Y creo que nada más. O si. Muchas cosas, pero las reservo para mí. 
Tuya, 
Delia

1 comentario:

  1. Te juro que es verdad, y es más, hay foto y todo, pero no da revelar la identidad de ese pobre hombre jaja. Saludos Ana (no sé si te gustará que te digan Ana, pero Ana Clara se me hace muy largo).

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